domingo, 22 de abril de 2012

por favor




Por favor no me des la aridez; ya fui sequía luengos ocasos. Porque cuando esos ojos dejaron de acariciarme mi cuerpo se disecó y fui desierto: la vida se escondió y el viento por las noches, frío y furioso, se oía a la distancia. Viví lo sublime y luego su lenta y tormentosa degradación, su desgaste, su inevitable descomposición: Vi gusanos brotar de lo que fermenta y quise llevarlos a mi boca con manos desesperadas. Una piel que era lejanía y mi cuerpo helado temblando de dolor soledad sufrida. 





ab-12





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